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Cómo deshacer tus historias limitantes

La mente es como una grabadora que se repite sin parar, los pensamientos uno a uno construyen narrativas que se vuelven historias no investigadas y se transforman en teorías acerca de la realidad. ¿Cuántas veces nos ha pasado que nos damos cuenta de que sufrimos porque inventamos relatos en nuestra mente acerca de los demás: “¿Él o ella no me quiere”, “algo malo va a pasar”, “sería feliz si él o ella cambiarían”, él o ella no deberían hacer eso? Inventamos historias que justifican nuestras posiciones de inseguridad y una vez que esta toca a puerta nos encaminamos a unos de los engaños más efectivos del ego. La inseguridad abre la puerta del miedo por quienes somos, lo que sentimos, el futuro y cómo deberían ser las cosas. Finalmente, ya nos sentimos capaces de vivir nuestra vida.

“Imagina un ser que vive una vida de la cual se siente inseguro. Eso implica un gran caos mental y una gran angustia emocional. Por un lado, su ser le pide abrirse a la vida y descubrir que él es la vida y de modo simultáneo la mente le dice que tenga cuidado porque esta vida no merece su confianza.”

La inseguridad invita a la ansiedad, la vergüenza y la culpa que se conectan con nuestras historias mentales, comenzamos a construir relatos que hablan de que pudiéramos perder, de lo lo que pudiera suceder, de lo que no se nos va a conceder. La mente nos inunda de justificaciones y pensamientos que le dan vuelo a nuestra tortura mental, la cual nos deja aleja de la realidad y del presente. Puedes reconocer a una persona que se encuentra absorbida por su relato mental porque está lejana y ausente, como hipnotizada, y de hecho lo está. Se halla en un trance de lo que ve en su mente sin poder conectarse con la simple gloria de existir. La vida se lleva a cabo en sus pensamientos y no en lo que es verdad. Recordemos que hay pensamientos amorosos alineados a la Verdad, la Realidad o el Amor que son sinónimos o pensamientos falsos, que son lo demás, los cuales alimentan del mundo de las ilusiones,

Vivir en ellos nos lleva al miedo, nos vuelve reactivos y nos coloca en una actitud defensiva; el mundo se vuelve peligroso en tanto nos convertimos en un pequeño personaje al que le pueden quitar algo: alguna cosa, la seguridad en sí mismo, su futuro o su valor. Vivir a la defensiva de cualquier situación es unas de las mayores alarmas de que el ego está presente en ti de manera crónica.

Al responder de tal modo, nos situamos en una posición de guerra, sin estar conscientes de que sólo reaccionamos desde nuestras historias no verdaderas y, por lo tanto, ante el mundo de nuestra ilusión mental, en el que las personas amadas se volver “nuestros grandes enemigos” . Sin embargo, lo único que en realidad estamos haciendo es proteger al ego.

Es importante que dicha historia, aunque quiera engañarnos haciéndonos pasar por la realidad y aun cuando muchas personas coincidan con ella, es solo una ficción a la cual otorgamos el poder de convertirse en lo que somos: yo y mi historia. Yo, la enferma, a quien la dejó el marido, la que sufre por el pasado, la que no tiene lo que quiere, la que no puede ser Feliz por culpa de…

En este caso, los seres viven siendo el Ego, viven en un falso sentido de ser que necesita una historia en la cual existir y mediante la cual justificar sus acciones, reacciones, emociones y objetivos de vida. Este tipo de personalidad viven adictas al drama, y si no lo reconocen no despertarán al reconocimiento de que sus escenarios y reacciones son creados en gran medida para saciar una adicción biológica.

La mayoría de nosotros podemos pensar en alguien que es adicto a la tristeza, la ansiedad y/o el miedo. Las emociones como culpa y la vergüenza que subrayan nuestras historias son sumamente adictivas, así como se vuelven la fuente generadora de pensamientos y acciones que desplazan una gama de bioquímicos al cuerpo, de los cuales creamos dependencia biológica. Vivimos para evitar ser expuestos, con el “armazón puesto por el riesgo a que los demás nos vean realmente. Asimismo, estamos atentos al peligro que creemos que nos rodea y no se puede bajar la guardia, por lo cual también se vive en un estado exhausto. Todo ello hace que la compasión química del cuerpo esté constantemente alterada…

Cuestiona

Cuestionar nuestros pensamientos es uno de los recursos más poderosos que tenemos. Si un pensamiento está robándote tu paz, tu salud mental, emocional y espíritu, pregúntate: ¿es este un pensamiento de amor o estoy proyectando mis miedos y creencias? Si el pensamiento proviene del sentimiento de culpabilidad, miedo, ira, vergüenza o venganza, puedes estar segura de que no es verdad y que necesitas transformarlo. Cuando criticamos o juzgamos, estamos expresando que hay dentro de nosotros una distorsión espiritual y personal que debemos sanar. Cada pensamiento no amoroso que sostenemos es un llamado de amor o de curación de nosotros o de otros.

Las historias y pensamientos limitantes se disuelven en el momento presente: es la única dimensión en la que podemos suspendernos y replantear lo que vivimos y cómo lo vivimos. Como su nombre lo indica, las historias (recursos) limitantes son narrativas de eventos que ya pasaron; por tanto, ya no existen. Son creencias e interpretaciones que permitimos que gobiernen nuestra vida y nos cieguen de lo que verdaderamente es y lo que somos capaces de construir o manifestar. Por ende, la única manera de liberarnos es aceptar que el único tiempo que hay es ahora. Uno de los recursos para mantenernos en el presente es cuestionarnos en este momento, observa a tu alrededor y reconoce este tiempo como la gran conexión a tu vida. Si sueltas el pasado en este instante, elegir la paz es una posibilidad…siempre.

Al estar dispuesto a soltar, tomamos esta decisión desde un lugar de conciencia/amor, lo cual revela sabiduría, conocimiento y paz interior, Al respecto ¿alguna vez te has preguntado cómo reaccionaría o como te sentirías si pudieras ver las cosas de una manera diferente? La verdad es que nuestra percepción cambia todo.

«Un milagro es un cambio de percepción»

Marianne Williamson

Un milagro es dejar ir toda forma de defensa, de todos nuestros pensamientos negativos y juzgadores y marca el final cuando dejamos de creer en el pecado, la culpa y el miedo. No se trata de cambiar las situaciones externas, sino que sucede algo dentro de nosotros: es ver la vida con ojos nuevos. Un milagro es el momento de transformación, de aprendizaje, en el cual finalmente distinguimos los pensamientos falsos de los verdaderos al saber que los falsos nos piden ayuda para ser sanados.

Pongamos un ejemplo sencillo para entender cómo hasta en lo cotidiano podemos elegir expandirnos en las experiencias y volvernos la vida de modo distinto: vas por primera a una clase de yoga. Los alumnos a tu alrededor saben qué hacer, están en buena condición física, son flexibles y se ven cómodos con las indicaciones. Sin embargo, te das cuenta de que no sabes nada, no vas al paso, no entiendes como colocar tu cuerpo y estas sudando y totalmente fuera de balance. Sientes que estás haciendo el ridículo, por lo cual comienzas a atacarte. Una experiencia que elegiste para relajarte la has tornado en tu contra. Ahora tienes pensamientos como: nunca voy a llegar a ser como ellos, soy un bueno para nada, no puede ser que esté tan gordo, ya quiero que acabe esto… o puedes tener la percepción de que poco a poco vas integrarte a tu ritmo y que vas a concentrarte en expandirte dentro de esta experiencia. Tienes que poder de elegir a qué te quieres alinear. Una línea de pensamientos te ataca y la otra te pone en la realidad. Es importante tener bondad con nosotros, lo cual constituye el poder de transformación más poderoso que existe.

La bondad es noble y pura, así como eleva nuestra integridad personal sin pedir nada a cambio; pero para llegar a este nivel de poder, no puede haber excepciones, sino que debemos dar la bienvenida a todo, y tampoco podemos esperar un reconocimiento. Deja que tu bondad sea genuina y te sorprenderás. Te alejaras de la desesperación, la pérdida o el ataque, que son conversaciones del ego. Al cambiar lo que pensamos, se modifica como vemos el mundo. Lo que vemos es lo que experimentamos y nuestro poder radica ahí.

Responde a las siguientes preguntas que son un camino hacia la toma de conciencia.

  1. ¿De dónde proviene esta idea, (la que te limita o que te perturba) pensamiento, creencia o comportamiento?, ¿Cómo lo adquiriste, lo aprendiste o tú mismo lo concluiste?
  2. ¿Para qué lo tienes incorporado si no te funciona? Y ¿Qué te hace mantenerlo en tu sistema operativo?
  3. Si ya no tuvieras esa idea, pensamiento creencia o comportamiento, ¿Qué cambiaría?
  4. ¿Cuál es tu peor miedo de soltarlo?
  5. ¿Qué te aportaría dejarlo ir?
  6. ¿Quién eres con la idea, pensamiento, creencia o comportamiento?
  7. ¿Quién serías sin él?
  8. Escribe tu conclusión del trabajo que hiciste con los cuestionamientos anteriores.
  9. Revisa si se hay alguna posibilidad para ti; si es así, anótala y piensa qué manera puedes incorporarla o adoptarla.

 

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